A decir verdad, el robo de noventa toneladas de oro del Banco de España no podría, directamente, descalabrar las finanzas de un país económicamente fuerte, considerando que equivaldría solo al uno por ciento de su PBI. Un duro golpe banquero, pero insuficiente para quebrar a un país tal y como se propuso en el elaborado y tenso final de la afamada serie, “La Casa de Papel”.
Incluso teniendo en cuenta el origen de semejante botín, el uno por ciento del PBI de las reservas nacionales –perdido en un asalto magistral y llevado a cabo por una banda que prevé siempre el mínimo detalle de sus latrocinios–, no tiene el valor de aquel uno por ciento generado por las inversiones, porque mientras el primero está allí, inmóvil y paciente, almacenado en lingotes para garantizar los créditos internacionales o la emisión de la moneda, el segundo está dinamizando fuentes de trabajo, creando infraestructura pública y mejorando tangiblemente la calidad de vida de las familias.
Sin embargo, algo que ostensiblemente dañaría el mayor robo de todos los tiempos sería la confianza pública traducida en el aumento del riesgo país (se incrementaría la prima de riesgo) y podrían complicarse las opciones para financiar cualquier deuda de Estado futura o contraída (y esto se pudo apreciar en el dramático desenlace de La Casa de Papel). Primero se desmoronaría la confianza de los acreedores internacionales al comprobar que no existe más el áureo respaldo de los préstamos; los bancos internacionales caerían en un frenesí que se propagaría por las bolsas de valores y alcanzaría en cuestión de horas al tipo de cambio. Y esto porque la confianza es el mayor activo de un país, y entiéndase bien, claro que los recursos (naturales, humanos, tecnológicos, financieros, etc.), son fundamentales para crear riqueza, pero, ante todo, es la seguridad de que su gestión no se verá afectada por arbitrariedades políticas (estatizaciones) o insensatas medidas económicas (impuestos leoninos).
En Sapiens, Yuval Noah Harari expone con claridad lo sustancial que ha resultado la confianza para el comercio global o para las transacciones financieras locales y transfronterizas. La confianza, subraya el historiador y escritor israelí, permite a millones de extraños cooperar y trabajar hacia objetivos comunes; una realidad imaginada (la fe en las instituciones) que ha permitido que sobrevivamos como civilización. Porque creemos, actuamos, y la historia está llena de gestas, batallas y emprendimientos por la creencia en un Dios, una patria, la comunidad internacional o la seguridad jurídica. Esta realidad imaginada le permitió al autor intelectual del colosal robo de La Casa de Papel, el profesor, negociar con las autoridades una salida a la crisis de su banda, rodeada por todos los flancos y sin posibilidad de escape. Entendió que el oro no valía por su cantidad o valor por gramo, sino por la fe de todos los agentes económicos depositada en él. Y aquí hay más realidad que ficción.
La confianza no se acaricia o se olfatea como a un lingote de oro, no se le pesa ni se le extrae de las profundidades de la tierra. La confianza, probablemente, es la mayor señal evolutiva del hombre, porque motivada por ella hemos sido capaces de intercambiar información a gran escala y crear una amplia red de conocimiento que nos ha llevado a límites inauditos que hoy llamamos progreso. A diferencia de la mentira, nos dice Yuval Noah Harari, la realidad imaginada es algo en lo que todos creen y, mientras persista, ejercerá una enorme fuerza en el mundo. Una fuerza que, bien empleada, facilitará la prosperidad sin caer en la tentación de La Casa de Papel de atracar un banco.
Jorge Luis Ortiz Delgado
Autor de «Las fronteras de lo absurdo» (Editorial Quimera, 2021), libro que reúne artículos y ensayos liberales de análisis económico, político, social y sobre cine. Es director del Centro de Estudios Liberales Mario Vargas Llosa (CEL). Es Coordinador Académico de la Facultad de Ciencias de la Empresa de la Universidad Continental en la sede Arequipa y docente de marketing, administración y realidad nacional. Tiene una maestría en Comunicación y Marketing (Universidad Católica de Santa María, Perú) y una Maestría en Relaciones Internacionales Aplicadas (Universidad Internacional de Andalucía, España). Además es expositor en temas de entorno empresarial, libertad económica, Estado e institucionalidad. Es analista político y columnista de prensa. Lector insaciable y amante de los documentales.
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