Hace poco el país sufrió un sismo que alcanzó la magnitud de 6.0. El epicentro fue Mala, en Cañete. Frente a este fenómeno es normal hablar de las condiciones preocupantes en las que se encuentran infraestructuras pertenecientes al centro histórico, pues muchas de ellas tienen la declaratoria de bien integrante del patrimonio cultural de la nación, es decir, que cuentan con un documento que las reconoce como parte importante del país.
En este punto, quisiera detenerme, pues cada vez que se habla de patrimonio cultural, pensamos que es lo “antiguo” haciendo referencia a lo histórico o lo “bello e inigualable” haciendo referencia a lo artístico. Desde la arquitectura también se puede escuchar que son los edificios con estilos arquitectónicos únicos o característicos.
¿Qué pasaría si les digo que ya no es así? Todo cambia con el tiempo y el concepto de patrimonio no es la excepción. Solo el paso de los años logró visibilizar lo que en el siglo XIX consideraba, que si el patrimonio existe es por la gente que está detrás. En pocas palabras, que existe por el significado que le dan las comunidades.
Una forma de entender la actualización del concepto es que a diario nos topamos con elementos de valor irremplazable para nuestras historias tanto personales, familiares, comunales e incluso nacionales. Estos elementos no tienen una declaratoria, pero sí un gran significado que nos evoca sentimientos de orgullo, nostalgia o felicidad. Otros elementos incluso generan polémica y controversia entre grupos que defienden lo que respetan y creen.
Patrimonio, un concepto social
Para ejemplificar lo importante que es el significado para el patrimonio, basta pensar en el caso del Árbol de Huancapi, en el que una comunidad ayacuchana defendió un cedro, enfrentándose a las autoridades que quisieron talarlo en favor de la “modernización” del lugar.
La comunidad estuvo de acuerdo con las obras, hasta que involucró talar el cedro. Para ellos no sólo era un árbol, sino que poseía otro significado. El cedro representaba el bastón de San Luis, su santo patrono, por lo que cortarlo era atentar contra su fe y sus tradiciones.
Este evento ocurrió hace casi 25 años, y la actualización de lo patrimonial ya se notaba. Como dice Bendix (2009) “El patrimonio cultural no existe, es creado”. Hoy podemos decir que patrimonio no solo son objetos o festividades, pueden serlo personas y hasta recuerdos, todo depende del significado que les damos.
Todo cambia con el tiempo y el concepto de patrimonio no es la excepción. Solo el paso de los años logró visibilizar lo que en el siglo XIX consideraba, que si el patrimonio existe es por la gente que está detrás. En pocas palabras, que existe por el significado que le dan las comunidades.
Retos por asumir
En ese sentido, si hablamos de la restauración y conservación de viviendas con declaratoria de bien integrante del Patrimonio de la Nación, debemos partir de que lo urgente va más allá de solo las características históricas y/o arquitectónicas que vemos. Sus intervenciones son en realidad una necesidad, porque en muchos casos son espacios habitacionales que albergan personas y comunidades.
El deterioro de las casonas y los monumentos históricos es una pequeña parte del problema real. Lo que está en juego, además de su legado y significado, son las vidas humanas expuestas a un peligro de colapso inminente.
Laura Jane Smith, habla de un discurso “autorizado”, donde se cree sólo los “expertos” o instituciones son los que toman decisiones. Para cambiar esa idea es importante reconocer que el patrimonio surge del significado que le da la gente, como se explica líneas arriba. Sin la participación de las personas, recuperar cualquier espacio va a ser difícil.
Por ello, los planes de participación activa que involucren a las comunidades son una gran estrategia para superar esta situación. Este cambio en la forma de pensar es una lucha silenciosa que se vive desde hace mucho, dejando ver que cultores, gestores y ciudadanía, son los que construyen el patrimonio.
Sin duda queda mucho por recorrer, pero trasladar estas ideas a niveles oficiales y actualizar los conceptos normativos que manejamos siempre serán una forma de mejorar las condiciones de vida de muchas personas. Así ofrecemos sostenibilidad a los proyectos e intervenciones alrededor del patrimonio, el cual no sólo son objetos inanimados, sino una fuente de gran significado. He ahí nuestro gran reto.
Fuentes:
- Bendix, R. (2009). “Heritge Between Economy and Politics: An Assessment from the Perspective of Cultural Anthropology’”, en Laurajane Smith y Natsuko Akagawa (Eds.), Intangible Recuperado deHeritage. Londres, Routledge, pp. 253-269.
- Smith, L. (2006). Uses of heritage. Routledge, Londres.
- Guerrero, A. [Islas de Edición] (1995). El Árbol de Huancapi. [Reportaje]. Youtube.
- Velasquez, V. [limantigua]. (25 de junio del 2021). Una buena noticia para hoy Viernes 25 de Junio. En la semana de representación parlamentaria, recorrimos algunas calles del Centro Histórico de Lima acompañados por el Congresista @albertodebelaunde.publico. Muy agradecido al congresista por acceder a este pequeño recorrido, ya que siempre será necesario tener contacto con la calle. [Imagen de Instagram].
Trilce Bravo Guzmán
Arquitecta de la Universidad Continental, Magister en Patrimonio Cultural de la Pontificia Universidad Católica de Chile, estudios de especialidad en Urbanismo y Sistemas de Información Geográfica. Por el lado académico, docente e investigadora de temas relacionados al patrimonio cultural, infraestructura educativa y espacios públicos.
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