El 10 de octubre marca el Día Mundial de la Salud Mental, una fecha que nos invita a reflexionar sobre el bienestar emocional más allá de los espacios clínicos. Durante este contexto, la Escuela Académico Profesional de Psicología de la Universidad Continental organizó la ponencia «Salud mental y cutting: cuando el silencio duele», dirigida por la Magíster María del Carmen Boiserrat Bonet, especialista en psicología clínica y docente universitaria. Su mensaje central plantea una perspectiva reveladora: las autolesiones no son un capricho adolescente, sino un lenguaje del dolor emocional que merece ser escuchado sin juicios.
¿Qué son las autolesiones no suicidas?
La Magíster Boiserrat explica que autolesionarse —conocido clínicamente como autolesión no suicida (ANS)— consiste en dañar deliberadamente el propio cuerpo mediante cortes, quemaduras o golpes. La diferencia fundamental es que estas acciones no buscan causar la muerte, sino aliviar un sufrimiento emocional intenso que la persona no sabe cómo expresar con palabras.
Desde el punto de vista neurobiológico existe una explicación científica y es que al lesionarse, el organismo libera endorfinas que generan una sensación de alivio momentáneo. El cerebro interpreta ese desfogue como una reducción del dolor emocional, aunque sea temporalmente, creando así un patrón de comportamiento desadaptativo.
La especialista señaló durante su intervención que la población más vulnerable se encuentra entre los 12 y 14 años, precisamente cuando los adolescentes experimentan cambios físicos, cognitivos y socioemocionales. Las mujeres presentan mayor incidencia según estudios en Lima revelando que casi 1 de cada 5 adolescentes reporta haberse lesionado alguna vez.
Lo que se ve… y lo que no se dice
Identificar señales de alerta puede salvar vidas. La Magíster Boiserrat compartió indicadores clave que padres, docentes y compañeros no deben pasar por alto:
- Uso constante de ropa que cubre todo el cuerpo, incluso durante días calurosos.
- Presencia de cortes, quemaduras o cicatrices recurrentes en brazos, piernas o abdomen.
- Cambios bruscos de humor, irritabilidad o aislamiento progresivo.
- Expresiones verbales como «ya no aguanto», «quisiera desaparecer» o «no le importo a nadie».
- Interés marcado en imágenes relacionadas con el dolor físico o emocional.
La ponente enfatizó que no todas las señales son visibles. El silencio, la apatía o la desconexión emocional también pueden ser formas de pedir ayuda cuando las palabras faltan. Como autolesionarse se convierte en una manifestación de un sufrimiento psíquico real, no en una estrategia para llamar la atención.
Cómo responder con empatía (sin juzgar)
«Hablar sin miedo, escuchar sin juzgar» fue la premisa central de la charla. La Magíster Boiserrat ofreció pautas prácticas para acompañar a quienes atraviesan esta situación:
Escuchar activamente sin interrumpir ni minimizar el dolor con frases como «no es para tanto» o «ya se te pasará». Estas expresiones invalidan la experiencia emocional de la persona.
Evitar preguntas que culpabilizan, tales como «¿por qué haces eso?» o «¿quieres llamar la atención?». Estas interrogantes generan más vergüenza y dificultan la apertura emocional.
Validar la emoción mediante frases como «entiendo que te duele» o «no estás solo/a». La simple validación puede ser el primer paso hacia la búsqueda de ayuda profesional.
Buscar acompañamiento inmediato con psicólogos escolares, centros de salud mental comunitarios o la Línea 113. La especialista fue enfática al afirmar que toda autolesión requiere atención psicológica, incluso cuando no existe intención suicida. Sin embargo, advirtió que las conductas autolesivas incrementan el riesgo de ideación suicida futura si no se abordan adecuadamente.
De la intervención a la prevención
La Universidad Continental promueve la salud mental como eje formativo integral. Durante su ponencia, la Magíster Boiserrat convocó a los futuros psicólogos a transformar la cultura de intervención en una cultura preventiva. Esto implica adelantarse al problema mediante talleres de regulación emocional, campañas de sensibilización y espacios seguros de escucha en colegios y universidades.
Las actividades preventivas son especialmente relevantes considerando que durante la pandemia los casos de autolesiones se incrementaron hasta 32%, según datos compartidos por la especialista. El confinamiento, el aislamiento de redes de apoyo y las tensiones familiares dispararon esta conducta en la población adolescente.
La empatía debe extenderse también hacia el autocuidado de los profesionales. Reconocer el dolor ajeno sin caer en juicios requiere una salud mental sólida y herramientas de contención emocional.
Recursos de ayuda en el Perú
Si detectas señales de autolesiones en alguien cercano, estos recursos están disponibles:
Línea 113 – Opción 5 (Salud Mental): Atención telefónica gratuita las 24 horas.
Centros de Salud Mental Comunitarios (CSMC): Más de 400 establecimientos a nivel nacional ofrecen atención psicológica accesible.
Teléfono de la Esperanza – Lima: (01) 273 8026
En casos de emergencia, acudir al servicio psicológico más cercano o al hospital regional.
Programa CALMA – Universidad Continental:
Servicio gratuito de orientación psicológica y acompañamiento emocional.
Email: calma@continental.edu.pe
Web: continental.edu.pe/calma
En casos de emergencia, acudir al servicio psicológico más cercano o al hospital regional.
Finalmente, como concluyó la Magíster Boiserrat: «Cuidar la salud mental es un acto de amor y prevención. Nadie elige sufrir, y detrás de cada corte hay una historia que merece ser escuchada.» Por ello, en la Universidad Continental, formamos psicólogos y psicólogas capaces de comprender el sufrimiento humano desde una mirada científica y profundamente humana.
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