Una mirada diferente a los desastres naturales: ¿Las ciudades son la solución?

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Las aguas aún no se calman en el Perú. Continuamos en una larga y agonizante temporada de lluvias que, además de miles de damnificados, nos deja una tarea titánica: la reconstrucción de nuestro país. César Moncloa, docente de la carrera de Arquitectura de la Universidad Continental hace una reflexión sobre el desafío más grande que tenemos ahora: la planificación.

César Moncloa

Docente de Proyectos VI, Servicios I y Taller de urbanística y acondicionamiento
Carrera de Arquitectura

Nuestro país tiene hoy un gran reto, superar los efectos del Niño Costero: inundaciones, huaicos, desabastecimiento de agua y comida, pérdida de áreas de cultivo e infraestructura urbana. Sin embargo, más allá de la tarea de reconstrucción existe una más importante que sirva para evitar que todos estos efectos se repitan, la planeación.

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Foto: Andina

El problema

Es cierto que el Perú tiene condiciones climáticas muy extremas, pero debemos recordar dos cosas: (1) No es ni por casualidad el Fenómeno del Niño más fuerte registrado, y (2) nuestro país vecino, Ecuador, no ha sufrido pérdidas tan graves. Su presidente Rafael Correa lo explica así: “Fíjense cuánto está impactando en Perú el mismo invierno que estamos sufriendo nosotros. Aquí no es cuestión de suerte y azar, sino de planificación, trabajo duro y buena inversión que es el mejor ahorro”.

Es evidente que urge repensar nuestras ciudades desde una perspectiva territorial. El Perú no podrá desarrollarse de manera sostenible mientras siga existiendo una ciudad como Lima, que alberga una tercera parte de la población en un desierto mucho más árido que el de El Cairo en Egipto; concentra la mayor cantidad de infraestructura nacional y el 50% de la producción de bienes y servicios del país; no produce su propia comida; se abastece de agua con un río que la mayor parte del año está seco; y demanda los beneficios de la extracción minera sin “agradecer ni devolver el favor” a las poblaciones que le da los recursos que necesita.

¿Pero cómo llegamos a esta situación?

De lejos la mayor explosión urbana se dio en la década de los 80 con una población que no eligió vivir en Lima, sino que llegó huyendo de la cruel guerra interna que tuvimos por más de 10 años. Para entonces, la ciudad no tenía tierra plana y fértil que los acogiera, dejando las peligrosas quebradas como lugar para asentarse precariamente a sabiendas de que en algún momento podrían perderlo todo, ya sea con un sismo o fuertes lluvias.

Hasta ahora, y lamentablemente, la expansión urbana de esta ciudad informal ejerce tal presión en el territorio, que las tierras devastadas por los huaicos rápidamente serán nuevamente ocupadas por una población que el Estado no ve ni protege; sembrando nuevamente las semillas para un nuevo “desastre natural” en 10 años.

“Es evidente que una ley de protección sin capacidad efectiva o unos cuantos muros de contención no resolverán el problema”.

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Foto: Andina

¿Qué hacer?

La construcción de una identidad territorial tiene como fin dejar de solucionar problemas puntuales de seguridad que se presentan después de los desastres naturales como desviar o encausar los ríos, construir muros de contención o establecer zonas de peligro. Claro que estos últimos contribuyen de alguna forma, pero el problema es que no estamos viendo el panorama completo. Acaso creen que el Fenómeno El Niño es el único desastre natural que nos amenaza. ¿De que serviría protegernos de un huaico si la infraestructura urbana es tan débil que un terremoto la destruiría completamente?

“Debemos repensar el problema y darnos cuenta que los desastres naturales no son el problema de fondo, en realidad es más un síntoma que la enfermedad en sí misma”.

Desafíos

Debemos enfocarnos en dos puntos:

  1. Construir una red vial y ferroviaria que de manera eficiente rápida y económica, conecte todas las principales ciudades con sus respectivas áreas de producción y cultivo mediante puentes, túneles, vías aéreas o subterráneas, vías separadas para transporte de vehículos pesados y regulares, y vagones frigoríficos para asegurar que las cosechas son se malogren. Esta red deberá construirse en lugares seguros que garanticen que la inversión no se perderá debido a los fenómenos naturales regulares como El Niño o temblores.
  1. Construir una sólida red de ciudades productivas con economías complementarias que se desarrollen mutuamente y repartan de manera equitativa los recursos naturales del país. Se deberán fortalecer los mercados existentes, apoyar las economías débiles, pero con capacidad de desarrollo, como por ejemplo la actividad ganadera en las zonas alto andinas y crear nuevos mercados como la construcción de plantas energéticas que trabajen con energías naturales y renovables como el sol, viento, plantas de desalinización de agua del mar, etc.

Estas medidas crearán una relación más horizontal entre nuestras ciudades con una infraestructura sólida que naturalmente hará que la población no se vea en la necesidad de migrar en busca de mejores oportunidades, sin otra opción que sentarse en lugares tan peligrosos y de manera precaria. Solo en estas condiciones los planeamientos urbanos serán viables.

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