Halloween Andino: Celebra con estas creepypastas ayacuchanas que no te dejarán dormir

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Halloween Andino: 5 Leyendas de terror y creepypastas de Ayacucho

¿Creías que el miedo solo vivía en los castillos europeos o en los bosques de Transilvania? Pues,en el corazón de los Andes, en Ayacucho se esconden leyendas tan oscuras como las de cualquier película de terror. Este año, dale un giro ancestral a tu halloween y celebra el miedo desde las montañas, entre rezos, brujas y almas en pena. Porque aquí, el horror no se inventa; se hereda.

El halloween andino rescata las raíces del miedo criollo y mestizo, donde la religiosidad colonial convive con la superstición. Juan de Mata Peralta, escritor y recopilador de las Tradiciones de Huamanga, inmortalizó relatos donde el castigo divino, las ánimas y el demonio caminan por las calles empedradas.

Estas son las cinco creepypasta ayacuchanas más escalofriantes. Léelas con la luz encendida… si te atreves.

Halloween andino: el infierno en la sierra

1. Manchay Puito: el canto del infierno

En el Ayacucho colonial una peste negra y un amor prohibido dieron origen a la melodía más temida de los Andes: el Manchay Puito, que en quechua significa «infierno aterrador». Según la leyenda el doctor Gaspar Angulo confeccionó un instrumento con huesos humanos para entonar una tonada maldita dedicada a su amada Anita Sielles. Se decía que quien osara tocarla entregaba su alma al demonio.

El canto fue prohibido por la Iglesia, pero su eco quedó grabado en el imaginario huamanguino como símbolo del castigo divino. El miedo aquí no viene del susto, sino del pecado, la peste y la música infernal se mezclan como reflejo del terror religioso de la época.

Dicen que si alguna noche escuchas un silbido lúgubre en Ayacucho, no respondas: podría ser el eco del Manchay Puito.

 

Halloween Andino: 5 Leyendas de terror y creepypastas de Ayacucho

2. La calle Siete Vueltas: el aquelarre huamanguino

Una noche de luna llena, un grupo de bohemios ayacuchanos fue perseguido por brujas voladoras en una calle estrecha del barrio antiguo. Gritaban blasfemias y lanzaban conjuros que obligaban a los jóvenes a girar siete veces, símbolo del extravío y la condena.

En la cosmovisión andina, las brujas son mujeres que han roto el equilibrio natural, capaces de volar transformadas o atacar en forma de cabezas ardientes. Al amanecer, cuando sonaron las campanas de la misa, desaparecieron dejando un último chillido: «¡seq, seq, seq!».

Desde entonces, la calle se llama Siete Vueltas. Y aún hay quienes aseguran sentir un viento helado cuando la cruzan bajo la luna.

Halloween Andino: 5 Leyendas de terror y creepypastas de Ayacucho

3. Don José Alatrista y las ánimas aparecidas

En la Huamanga republicana, Don José Alatrista era conocido por sus serenatas nocturnas. Una noche de Todos los Santos, tras un brindis, cruzó la plazuela y se encontró con una procesión de almas en pena. Avanzaban lentamente, rezando en latín y portando velas encendidas. Entre ellas, Don José reconoció a difuntos conocidos.

El terror fue absoluto, pero no hubo violencia: solo la certeza de que los muertos aún caminan entre los vivos. Al amanecer, el músico juró nunca volver a tocar su guitarra. Desde entonces, nadie se atreve a cantar en Huamanga pasada la medianoche del Día de los Muertos.

4. Un brazo muerto: el miembro que busca justicia

En una casona antigua de Ayacucho, los vecinos oían golpes secos y suspiros atrapados en los muros. Hasta que alguien descubrió, emparedado entre los ladrillos, un brazo humano momificado. Desde entonces, el miembro comenzó a arrastrarse solo por las noches, rasguñando las paredes en busca de su cuerpo.

El cura del barrio bendijo la casa y dio sepultura al resto encontrado, y el brazo dejó de aparecer. La historia, sin embargo, quedó como advertencia: ningún secreto permanece enterrado para siempre en las viejas casonas coloniales.

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5. Tres Máscaras: amor, honor y sangre

En 1706, tres muertes sellaron el destino de una esquina huamanguina. La joven Isabel, forzada a casarse con un anciano noble, fue sorprendida con su verdadero amor. Siguió un duelo sangriento: su amante mató al pretendiente, el padre mató al amante, e Isabel, enloquecida, se quitó la vida.

Esa esquina, desde entonces, se conoce como «Tres Máscaras». No hay fantasmas ni conjuros, pero sí un eco de tragedia que aún pesa sobre sus piedras. Algunos aseguran escuchar pasos en la madrugada, como si la sangre todavía hablara.

El alma del miedo ayacuchano

Más allá del susto, las leyendas de Ayacucho y los cuentos de terror andinos, revelan un tipo de miedo profundamente espiritual. En estos cuentos andinos, el terror no se mide por la violencia ni los efectos visuales, sino por la cercanía entre el mundo de los vivos y el de los muertos. Aquí, la fe, la culpa y el castigo conviven con la cotidianidad.

Este 31 de octubre, cambia las historias de internet por una verdadera creepypasta ancestral

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