
La melodía de «Flores amarillas» de Floricienta resuena nuevamente por las redes sociales cada 21 de septiembre. Esta tradición, nacida del sueño televisivo de una joven que esperaba que alguien llegara con flores amarillas, se convirtió en fenómeno viral gracias a TikTok e Instagram. Sin embargo, detrás de este gesto romántico que simboliza optimismo y nuevos comienzos, se oculta una industria con profundos contrastes ambientales y sociales.
El boom viral que conquistó las redes sociales
La tendencia surgió cuando usuarios de TikTok recuperaron la canción de Floricienta, convirtiendo el día de las flores amarillas en un fenómeno que revolucionó el Día de la Primavera. Esta celebración no oficial ganó fuerza entre 2021 y 2023, expandiéndose por toda Latinoamérica como símbolo de afecto hacia personas queridas.
El impacto económico ha sido notable para floristerías y productores, especialmente en la costa peruana donde la demanda se dispara cada septiembre. Las flores amarillas adquieren significados de alegría, amistad, nuevos comienzos y, en algunos casos, amor, consolidando una tradición que mueve miles de ramos en fechas específicas.
Culturalmente, el amarillo evoca optimismo y energía positiva. El significado de las flores amarillas trasciende lo comercial, representando esperanza y conexión emocional en una era dominada por la comunicación digital.
La cara oculta de la industria floral
Consumo masivo de recursos hídricos
La floricultura enfrenta serios desafíos ambientales. Los cultivos intensivos de flores requieren sistemas de riego constantes que agravan la escasez de agua en regiones ya vulnerables. Los invernaderos consumen entre 300 y 800 litros de agua por metro cuadrado anualmente, presionando ecosistemas que enfrentan estrés hídrico creciente.
En Perú, donde la disponibilidad hídrica varía drásticamente entre regiones, esta demanda intensiva impacta directamente a comunidades rurales que compiten por el mismo recurso para consumo humano y agricultura alimentaria.
Químicos que envenenan el ecosistema
El uso excesivo de fertilizantes y pesticidas químicos altera suelos y fuentes de agua, afectando negativamente la salud de plantas y organismos esenciales, además de contaminar el hábitat de flora y fauna locales. Según la OMS, algunos de estos químicos pueden persistir en el suelo hasta 15 años después de su aplicación.
Los trabajadores agrícolas, principalmente mujeres, están expuestos diariamente a estas sustancias sin protección adecuada, desarrollando problemas respiratorios, dermatológicos y neurológicos a largo plazo.
Huella de carbono: el viaje invisible de cada pétalo
La huella de carbono en el sector agrícola deteriora la capa de ozono por emisiones de gases de efecto invernadero, afectando directamente el abastecimiento de agua y comida. El transporte refrigerado de flores amarillas desde países productores hacia mercados internacionales genera emisiones equivalentes a 5.5 kg de CO₂ por kilogramo de flores transportadas por vía aérea.
La logística global implica cadenas de frío que funcionan 24/7, desde cultivo hasta punto de venta, multiplicando exponencialmente el impacto ambiental de cada ramo.
Perú: condiciones laborales en la floricultura
En Perú existen más de 4 mil hectáreas de flores ubicadas principalmente en Junín, Áncash, Huánuco y Cajamarca, donde más del 50% del trabajo es ocupado por mujeres, generando entre 20 a 25 mil puestos de trabajo. Sin embargo, estas cifras ocultan realidades preocupantes.
Las trabajadoras enfrentan exceso de tareas, largas jornadas, inseguridad en las zonas, enfermedades laborales y maltratos por parte de supervisores. En Colombia y Ecuador, principales exportadores regionales, las mujeres desarrollan síndrome del túnel del carpo por movimientos repetitivos, agravado por actividades domésticas tradicionales como el cuidado de hijos.
Los salarios en el sector floral peruano oscilan entre S/930 y S/1,200 mensuales, muy por debajo del costo de vida urbano, perpetuando ciclos de pobreza rural.
Oportunidades para una floricultura sostenible en Perú
Los floricultores peruanos producen alrededor de 60 especies, siendo gladiolo, clavel, gypsofilas y rosas las principales, generando empleo rural permanente. El país tiene potencial para desarrollar alternativas más sostenibles: girasoles, caléndulas y margaritas nativas requieren menor consumo hídrico y se adaptan mejor al clima local.
Proyectos piloto en Huánuco integran flores amarillas con cultivos alimenticios, diversificando ingresos rurales mientras reducen riesgos agroclimáticos. Tecnologías como riego tecnificado, biofertilizantes y agricultura regenerativa podrían transformar el sector, reduciendo su huella ambiental hasta 40%.
Celebrando con conciencia ambiental
El día de las flores amarillas puede mantenerse sin comprometer el planeta. Alternativas conscientes incluyen:
Flores locales de temporada: Apoyar productores cercanos reduce transporte y fortalece economías regionales. Flores amarillas como girasoles peruanos están disponibles entre marzo y mayo, coincidiendo con cosechas naturales.
Certificaciones sostenibles: Buscar productores con sellos ambientales que garanticen prácticas responsables de floricultura, uso eficiente del agua y condiciones laborales dignas.
Alternativas creativas: Sembrar semillas de flores amarillas, regalar plantas en maceta que perduren más que ramos cortados, o crear flores artesanales con materiales reciclados mantienen el simbolismo sin impacto ambiental.
Un futuro responsable
Resignificar el día de las flores amarillas implica valorar tanto el gesto romántico como el bienestar de quienes cultivan estas flores y el planeta que las sostiene. Cada consumidor puede elegir opciones que celebren el amor sin sacrificar el futuro ambiental. La próxima vez que consideres regalar flores amarillas, recuerda que tu decisión puede florecer un cambio positivo en toda la cadena productiva.
La problemática ambiental y social que revela la floricultura desde el consumo alto de agua, pasando hasta las emisiones de carbono y las condiciones laborales es precisamente uno de los núcleos de estudio e intervención de la Ingeniería Ambiental. En la Universidad Continental entendemos que enfrentar estos retos demanda conocimiento riguroso, innovación, responsabilidad ética e interdisciplinariedad. Por eso te invitamos a conocer nuestra carrera de Ingeniería Ambiental, disponible en las modalidades Presencial, Semipresencial y a Distancia.
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