Conoce el aporte del teatro de Huancayo a las artes nacionales

Para conocer el aporte del teatro de Huancayo iniciemos por la historia del teatro peruano, una tarea incompleta a la fecha, se ha esbozado sobre la base de la actividad teatral (escénica y dramatúrgica) desarrollada en la capital, a espaldas de los procesos teatrales generados en las diferentes regiones del país y en sus respectivas sociedades. Sin embargo el teatro de Huancayo ha ofrecido y ofrece grandes obras y aportes. 

En 1974, con la creación de la Muestra Nacional de Teatro, a iniciativa de la dramaturga Sara Joffré, se da el encuentro de distintas realidades teatrales del país y desde entonces surge una interrelación fructífera y compleja entre actores y directores de la capital y de diversas regiones que hoy define el perfil del llamado teatro independiente.

Nacimiento del teatro de Huancayo

En este proceso, el teatro de Huancayo ha jugado un papel muy importante a partir de dos instituciones emblemáticas: el grupo Barricada, fundado por el educador y director teatral Eduardo Valentín en el año 1976, y Expresión, agrupación teatral liderada por María Teresa Zúñiga y Jorge Miranda, que fuera creada en 1986. 

De ambas entidades podemos decir que su estética trascendió cualquier carácter local, de tono costumbrista, observable más bien en otras regiones. Ambos grupos huancaínos-desde sus inicios- supieron capitalizar el intercambio de poéticas teatrales, técnicas y metodologías de trabajo surgido a partir de las muestras y consolidado después en el llamado Taller Nacional, una vez fundado el Movimiento de Teatro Independiente (1984). 

Las influencias que configuraron el teatro de Huancayo independiente de esos años fueron alimentando las propuestas escénicas de ambas agrupaciones que de este modo encontraban un punto de equilibrio entre lo cosmopolita y lo local; entre la modernidad y la tradición. 

Esta conjunción del teatro de Huancayo con el capitalino, no ha sido fácil y, por esta razón, lo alcanzado por Barricada y Expresión, desde su articulación al Movimiento de Teatro Independiente, tiene un valor de gran magnitud que los coloca no solo como representantes del teatro de Huancayo y de la región, sino del país, pues la trayectoria de los dos grupos ya ha trascendido fronteras. En buena cuenta, puede decirse que han logrado ser universales desde lo local; o dicho de otro modo, se han adueñado de lo cosmopolita para construir su propio discurso.

Barricada participa de la Muestra Nacional a partir de 1986, en la edición XII realizada en Puquio, con una adaptación de La gallina de Víctor Zavala titulada La fábula de la injusticia; el grupo también asistió al I Taller Nacional realizado al año siguiente. Mientras que Expresión, el otro gran representante del teatro de Huancayo, se inserta en este circuito teatral a partir de 1990, en la Muestra Nacional de Cajamarca, con uno de sus primeros montajes emblemáticos Corazón de fuego. Es menester indicar que desde el año 1985 se instalan las muestras regionales, lo que sirvió en primer lugar, como un filtro pues son muestras selectivas.

Conozcamos el teatro de Barricada

Para empezar por Barricada, La fábula de la injusticia (1986), a la que ya hemos aludido, consistió en una reelaboración de La gallina de Zavala. Implicó una ruptura en 180 grados de la poética teatral del texto base (realismo con elementos brechtianos).

Eduardo Valentín, frente al lenguaje escénico canonizado del llamado Teatro Campesino dio protagonismo al trabajo del actor sobre el escenario, a partir de una gran exigencia, propia de los planteamientos de Grotowski.

Hoy en día, estos mecanismos de apropiación de un discurso para subvertirlo y deconstruirlo son frecuentes. Otro montaje paradigmático, del teatro de Huancayo y Barricada es creado años después. Voz de tierra que llama (1992), obra que alude a la reterritorialización de los desplazados por el conflicto armado interno. 

Previo a su regreso, el personaje femenino de esta obra restaura lazos con su cosmogonía, con la tierra, pero también con su lengua y sus códigos culturales corporales. Paulatinamente, Digna Butrón reconstruye la memoria corporal de su personaje. Los aportes de la antropología teatral indudablemente han sido la base para la exploración de estos códigos kinésicos como lenguaje escénico.

Teatro del grupo Expresión

El montaje con el que ingresa al circuito del teatro de Huancayo independiente es Corazón de fuego. A diferencia de Valentín hay en la dramaturga huancaína un lirismo muy particular en sus diálogos. Esta es quizá una de las pocas obras que da un enfoque crítico a la historia de los xauxas respecto de su relación con el imperio inca y la conquista. Transita del pasado al presente para darnos esa visión particular de la historia. 

En Expresión, en gran medida debido a las particularidades de María Teresa, hay una predisposición para construir una poética teatral que es propia y universal: Zoelia y Gronelio (1996) nos habla de la pobreza, de la relación de pareja, de la deshumanización y pérdida de identidad en un mundo ubicado en el año 2015, diezmado por las explosiones nucleares. 

En este espectáculo, del teatro de Huancayo, más allá de la calidad literaria del texto y de la complejidad de su fábula (con marcadas rupturas temporales en su discurso), es la construcción gestual de los personajes lo que determina la poética escénica del montaje.

Años después, Expresión presentó Mades Medus (1999), esta vez otra pareja de personajes, actores vestidos de arlequines, esperan al público sumidos en el abandono, pues no llegará. La condición existencial del artista, y la muerte son temas que van esbozándose en la relación entre Mades (mayor de 50 años) y Medus (19 años); relación que, en alguna manera, podríamos asociar con de Blondin y Andrea en El cruce sobre el Niágara de Alonso Alegría; un lazo o nexo que se manifiesta en la corporalidad y los movimientos entre los dos actores. Nuevamente es el actor en escena el principal eje de la construcción de la significación de la obra en relación con el espacio y con el otro.