
En «Vinagre de Manzana» una joven influencer finge tener cáncer cerebral. Construye un imperio digital promoviendo jugos, dietas crudas y alimentos milagrosos que supuestamente curaron su enfermedad. Publica un libro, lanza una app, engaña a miles, hasta que todo colapsa: era una estafa.
Eso no es una ficción distópica, es el argumento real de “Vinagre de manzana”, la serie de Netflix que recrea una historia australiana real, donde Belle Gibson, una celebridad del wellness que llevó la mentira hasta sus últimas consecuencias. Pero lo verdaderamente inquietante es que su historia no es un caso aislado. Hoy, en Latinoamérica, hay influencers repitiendo el mismo patrón: glamur, desinformación y promesas de salud sin evidencia.
El culto digital a los “alimentos milagrosos”
Desde Instagram hasta TikTok, cada semana surge un nuevo evangelizador de la salud natural. Defienden dietas carnívoras extremas, batidos que “alcalinizan el cuerpo”, ayunos que “reparan el ADN”, y el uso de vinagres, hongos o aceites esenciales como supuestas terapias regenerativas. Muchos aseguran haber “sanado” enfermedades crónicas gracias a sus métodos.
Esto no es contenido inocente, pues hay personas que abandonan quimioterapias, dejan de tomar insulina o suspenden tratamientos psiquiátricos siguiendo estos consejos. Creen en los testimonios, las fotos de antes y después, las lágrimas en pantalla. Creen porque confían.
De Netflix con «Vinagre de Mazana» a los influencers que juegan con vidas
Casos recientes en el mundo hispano prueban que la desinformación sigue matando, al estilo de la serie “Vinagre de manzana”. Jessica Ainscough, conocida como “La guerrera del bienestar”, promovió terapias naturales contra el cáncer, hasta que murió en 2015, negándose hasta el final a tratamientos médicos convencionales.
En Latinoamérica, figuras como el mexicano Alfredo Victoria, un médico-influencer, han sido cuestionados por difundir tratamientos sin respaldo ni evidencia real. También están los promotores de dietas detox con cloruro de magnesio o ayunos extremos, como algunos influencers en Perú, Argentina o Colombia que enfrentan cuestionamientos públicos y algunos hasta demandas por daños a la salud pública.
Incluso seguidores han fallecido por seguir recomendaciones peligrosas. Personas con cáncer terminal que dejaron tratamientos por confiar en jugos verdes o “terapias celulares”. La pseudociencia no solo estafa: también mata.
El peligro real detrás del «Vinagre de Manzana» y sus imitadores
“Vinagre de manzana” no solo retrata a una mentirosa. Expone algo más amplio: la fragilidad de la confianza pública en tiempos de crisis, pues muchos enfermos buscan desesperadamente una esperanza. Ahí es donde el “marketing de la salud” encuentra terreno fértil. Vende expectativas en frascos, cápsulas o fórmulas.
Los alimentos milagrosos no son nuevos. Pero hoy se camuflan como lifestyle con influencers que muestran cuerpos perfectos y aseguran que el secreto está en tomar cúrcuma en ayunas, eliminar el gluten o beber un vinagre específico. Todo sin evidencia, pero envuelto en una estética impecable. Y lo peor: sin responsabilidad.
Los influencers del bienestar no son entusiastas ingenuos, pues monetizan cada paso. Reciben comisiones por productos “naturales”, suplementos “anticáncer” o programas de desintoxicación. Algunos, incluso, solicitan donaciones en nombre de su “curación” o “investigación alternativa”.
Usan testimonios de pacientes reales, manipulan emociones, y construyen relatos que refuerzan la desconfianza en la medicina. El resultado es un trauma colectivo con enfermos que se sienten culpables por no curarse, familias que pierden a sus seres queridos por decisiones influenciadas por cuentas de Instagram.
El Día del Nutricionista Peruano: una oportunidad para actuar
Este 6 de agosto se conmemora el Día del Nutricionista Peruano, una fecha que debe ir más allá del homenaje. Es momento de exigir regulación en redes sociales, pero también de visibilizar a los verdaderos profesionales de la nutrición.
En lugar de seguir recetas peligrosas de influencers sin formación, es hora de reconocer la importancia de un verdadero nutricionista. Uno que no promete curas mágicas ni vende miedo, sino que trabaja con evidencia, ética y compromiso humano. La diferencia puede ser, literalmente, la vida o la muerte.
¿Qué podemos hacer frente al auge de la nutrición tóxica?
El primer paso es desarrollar pensamiento crítico. Preguntarnos siempre: ¿qué formación tiene esta persona? ¿Lo que dice está respaldado por ciencia? ¿Está vendiendo algo? Y lo más importante: ¿cuáles son las consecuencias si alguien le cree?
También debemos educar desde las aulas. Y por eso es fundamental promover carreras universitarias que formen profesionales reales. La carrera de Nutrición y Dietética de la Universidad Continental es una de esas alternativas serias. Forma nutricionistas con rigor científico y sensibilidad social. Porque un buen profesional no transforma solo cuerpos: salva vidas.
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